Hay espejos

Hay espe­jos que reve­lan tal y como eres per­ci­bi­do: tus nece­si­da­des en el pecho. Las elu­des y las pien­sas tras­cen­di­das, supe­ra­das. La nece­si­dad del amor. Los cuen­tos de la com­ple­tud indi­vi­dual y la pan­to­mi­ma de la comu­ni­ca­ción. Son narra­ti­va, y como en tal, sus per­so­na­jes pade­cen veri­cue­tos que no alcan­zan a dimen­sio­nar: como el zig-zaguear al cami­nar. No es men­ti­ra o enga­ño, no sólo eso. Sino una inca­pa­ci­dad enter­ne­ce­do­ra para per­ci­bir­se y dar­se. What do you want? What do you do? Whe­re are you?

Anhe­lo cons­tan­te, visi­ble (afue­ra). Den­tro una dan­za que comien­za a ser bella, a base de fuer­za. El dan­zan­te poco a poco se deja ir y corre ries­gos. Pero el movi­mien­to se cie­rra. Y en el que vie­ne se pre­ci­sa el diti­ram­bo com­ple­to: el sal­to al des­ga­rro sór­di­do, deli­rio de uñas y dien­tes cor­tan­do el aire ya sin sue­lo Per­der la luz para encon­trar­se en la renun­cia al islo­te conquistado.

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