Asombros

Admi­ra­cio­nes y secue­las por el arte ajeno.

Yo sí

toreros muertos yo no me llamo javier med

Fue­ron muchas veces las que me pre­gun­ta­ron ¿y eres de armas tomar? Tam­bién fue­ron muchas las veces que en algu­na fies­ta me hacían un gui­ño cuan­do ponían Yo no me lla­mo Javier. Esta can­ción habrá esta­do de moda cuan­do yo tenía unos ocho años. Cono­ces la can­ción, te gus­ta, la bai­las, sigues el jue­go de quie­nes te seña­lan al bai­lar­la. Tiem­po des­pués te vas ente­ran­do de qué tra­ta­ba y por qué la fija­ción de quien can­ta por des­mar­car­se del nom­bre y del niño tan boni­to. La can­ción se sigue tocan­do en el radio, en fies­tas y antros aún has­ta el día de hoy. A pesar de ello, creo que no había teni­do opor­tu­ni­dad de escu­char­la de ver­dad. En mi recuer­do no había per­cu­sio­nes bryan­ferryes­cas tan vivas ni dis­tri­bu­ción espa­cial del soni­do. Cuan­do hoy en día pre­sen­cio lo que escu­ché en los ochen­tas cai­go en cuen­ta de que tuve acce­so a una pro­yec­ción pla­na del fenó­meno musi­cal. Y aún así fue emo­cio­nan­te. Regre­so enton­ces a los recuer­dos e influen­cias para poder pal­par el ondu­lar de la músi­ca, su gol­pe­teo con­tra el cuer­po. Se hace bai­lar la curio­si­dad y la nos­tal­gia reve­lan­do la can­ción por pri­me­ra vez.

Nota: Originalmente este texto estaba acompañado por un video de una grabación de muy buena calidad de un disco de vinil de la canción. Youtube decidió que podía prescindir de él y dejar las innumerables copias de pésima calidad que hay aún en dicha plataforma.

Sonata de la muerte

a Julio César Oli­va y su Sona­ta de la Muerte

La gui­ta­rra lle­ga antes al ester­nón que a los oídos… o es el esca­lo­frío del pecho que quie­re par­ti­ci­par can­tan­do. Se com­pa­de­ce de la angus­tia de la gui­ta­rra y quie­re abra­zar su vibra­ción. Empa­tía de voces, llan­to de la con­mo­ción sonante.

Publicada originalmente el 11 de mayo de 2010

Ochentas que se ensanchan

Supe que los ochen­tas no habían sido sola­men­te los ochen­tas casi cuan­do hubie­ron ter­mi­na­do. Un com­pa­ñe­ro en la pri­ma­ria me pres­tó un cas­set­te de The Cure. Fue una sacu­di­da (y tam­bién para mis padres por­que se tenían que rece­tar el cas­set­te en el coche y en la casa). Lue­go de la heca­tom­be hubo que vol­ver los pasos y des­cu­brir­se a la par de los nue­vos hallaz­gos. Los ochen­tas (aun­que toda­vía no los lla­ma­ba­mos así) se ensan­cha­ron hacia aba­jo, hacia adentro.

Fue has­ta des­pués del inter­net que supe de Romeo Void. Algún adep­to al saxo­fón o a Debo­ra com­par­tió un disco.

Total que sigue pasan­do el tiem­po y los ochen­tas no dejan de ensancharse.

Aguja que cae (tirando)

Me gus­ta el tér­mino need­le­drop. En la prác­ti­ca se emplea para desig­nar el pro­ce­so de gra­ba­ción de un dis­co LP y su tra­duc­ción digi­tal. Los entu­sias­tas com­par­ten sus tira­das y las publi­can en You­Tu­be o en foros espe­cia­li­za­dos. Todo por el gus­to de con­vi­dar un hallaz­go, una com­bi­na­ción de soni­dos o por el áni­mo de con­ta­giar la cos­tum­bre de la inmer­sión musi­cal pro­fun­da. La pala­bra need­le­drop me sugie­re una gui­llo­ti­na que cae len­to, que via­ja per­ma­nen­te­men­te, en espi­ral, por un sur­co que aca­ba por ahor­car y no deca­pi­tar. Pien­so tam­bién en el arpo­na­zo del adic­to: otro sur­co, otro via­je. Me sedu­ce tra­du­cir need­le­drop como tira­da, por­que es tam­bién una apues­ta Stephá­ni­ca, estra­fa­la­ria. El pro­ce­so nos impri­me sur­cos como agu­ja, nos escul­pe, mol­dea, defor­ma y tira, hacia el cen­tro, en espiral.