futbol

Relevo azul y oro

Mi padre solía lle­var­nos a mi her­mano y a mí al esta­dio de CU cuan­do era­mos niños. Nun­ca sen­tí un ape­go par­ti­cu­lar por los Pumas y pasó mucho tiem­po antes de que lle­ga­ra a estu­diar en la Uni­ver­si­dad, pero ir al esta­dio era una aven­tu­ra ínti­ma entre los tres, com­par­tir el len­gua­je y ritual mera­men­te fut­bo­le­ro. Recuer­do de esos días sobre todo los gola­zos de Luis Gar­cía, a Jor­ge Cam­pos y las inge­nio­sas fra­ses de la porra de los Pumas que intem­pes­ti­va­men­te rom­pían el bulli­cio del esta­dio lue­go de un silen­cio que aspi­ra­ba cual­quier otro ruido. …

Miguel Layún, las Chivas y la villamelonía

Miguel Layún ano­tó 4 goles en un par­ti­do. No hace mucho la villa­me­lo­nía afi­cio­na­da en su equi­po lo hacía llo­rar cada sema­na y casi lo con­ven­cen de ser un tron­co apes­ta­do de mala suer­te. Feliz­men­te para el Amé­ri­ca y para Layún la villa­me­lo­nía no impu­so su opi­nión. Miguel y su equi­po están escri­bien­do his­to­rias que sus afi­cio­na­dos recor­da­rán con nos­tal­gia en años siguien­tes. Con el Gua­da­la­ja­ra pasa lo con­tra­rio. Su afi­ción impla­ca­ble dejó de apo­yar a su equi­po, y aho­ra lo mira hun­dir­se. La afi­ción de las Chi­vas en Gua­da­la­ja­ra es cóm­pli­ce del villa­me­lón que com­pró el equi­po: jun­tos han reven­ta­do a muchos fut­bo­lis­tas jóve­nes y entre­na­do­res, jun­tos miran oron­dos el abis­mo, la gra­da vacía y los ojos hue­cos del de al lado.

Miguel Layún