Polarización I
Se ha vuelto muy difícil dialogar con el conocido que piensa distinto a uno. Me pasa que siento que no estoy debatiendo sus argumentos. Los pensamientos, conclusiones y puntos de partida de quien está enfrente no parecen propios, suyos. Parecen tomados de una inercia discursiva que siente como propia por la percepción que tiene de su clase o grupo de pertenencia. Entonces es muy fácil reeditar una pantomima de esgrima burda y aburrida en la que se toman prestadas líneas narrativas de grupo o de filiación que lo mismo mienten o dicen por decir sin rigor alguno.