Llegué al café incapaz de reconocer personas en una primera instancia. Esperar a que se desocupara una mesa de afuera para poder fumar. Ya sentado y con ganas de hojear el periódico sintonicé mejor la radio. Dvorak. El primer movimiento del concierto para cello y orquesta, con diferentes intérpretes. Obsesión por la obstinación. Primero Casals. Ahora du Pré. El morbo lleva a preguntarnos si en el momento de la grabación ya se sabía la sentencia que flotaba sobre el cuerpo de Jacqueline.
Mucho más íntima su interpretación.
Pero siempre es complicado escuchar música sólo por los oídos. El cerebro tiene que emular el estremecimiento visceral…
La respiración del arco de Jaqueline es más dramática pero no atrabancada. Las partes solemnes y oscuras con sosiego: comprende y domina el drama de Antonín.
Sólo por la música valdría la pena no ser perro. Tenemos la moda para inventarnos un pelaje. Pero por la costumbre de diseñar en piezas no se alcanza la unidad animal.
Jacqueline finalmente recurre al arrebato. Tan económica en el recurso que el efecto es estremecedor cuando aparece.