Dar el texto es haber atravesado el abismo, haberlo condensado más bien. Terminado el texto siento una gran fortaleza. No sé si el contemplar trágico y no sucumbir en él me de fuerza, o si haberme sostenido para arar un trecho de escalofrío es lo que me da la excitación casi frenética. La adrenalina de sobrevivir acaso, ver más… La amargura ‑en un sentido amplio- tiene su gusto: como el café o el vino. Son gustos adquiridos, podrían decir. ¿Pero si se dieron como un brote puntual como el de la esquizofrenia o el cáncer? Hay quienes deseaban contemplar el rostro de Dios. Me los imagino sonriendo. Más bien, escribir eso me hace sonreír. La letanía no es sólo su música sino su secreto.