La cascada de eventos es tan copiosa que en ocasiones nos perdemos entre lo que es noticia, lo que es urgente y lo que la gente está comentando. Ha quedado claro que el PRI y Peña Nieto no son como lo dice su retórica o como la imagen que aparece en televisión. Al principio de la campaña electoral pensé que no pasaría nada grave si uno u otro candidato llegaba. Asumí una trinchera propia: promover la participación ciudadana, la crítica informada y la organización activa. Nadie, ninguno, imaginaba la aparición de #YoSoy132. Con frescura, lucidez y agilidad denunciaban aquello que parecía inminente e inamovible. A partir de ahí el PRI se embarcó en una cadena de errores tácticos y políticos. Muchos factores, voces, filtraciones y noticias fueron orillando más al gran aparato sin cabeza. Por más que cuentan con recursos no han podido contrarrestar lo que miles de personas concientes y con sed de un mejor presente pueden hacer con creatividad, inteligencia y valor. De ahí que hoy el PRI esté acorralado. Hay que aprovechar que aquí en DF no hay balazos ni presencia masiva del PRI. Es nuestro deber hacer uso de todos los medios para dar cuerpo a nuestra voz, por aquellos que no pueden ejercer su derecho a expresarse libremente.
El video que sigue no es en lo más recóndito de la sierra o acaso Tamaulipas. Es Guadalajara. Baste como ilustración de lo que el cacicazgo piramidal del PRI significa en la práctica.
Ayer ya me iba a dormir luego de haber seguido de cerca el porrismo y agresiones en el Estadio Azteca, y me pasaron ese video. La represión hormiga tiene rostro y lentes oscuros, es cínica, voraz. La valentía de quien a pesar de tener agujereado el cachete sigue gritando por sus derechos. Ojalá nunca tenga que estar en una situación límite como esa. Y como no lo estoy mi deber es por lo menos contribuir con la difusión clara de lo que sufre mucha gente.