Fueron muchas veces las que me preguntaron ¿y eres de armas tomar? También fueron muchas las veces que en alguna fiesta me hacían un guiño cuando ponían Yo no me llamo Javier. Esta canción habrá estado de moda cuando yo tenía unos ocho años. Conoces la canción, te gusta, la bailas, sigues el juego de quienes te señalan al bailarla. Tiempo después te vas enterando de qué trataba y por qué la fijación de quien canta por desmarcarse del nombre y del niño tan bonito. La canción se sigue tocando en el radio, en fiestas y antros aún hasta el día de hoy. A pesar de ello, creo que no había tenido oportunidad de escucharla de verdad. En mi recuerdo no había percusiones bryanferryescas tan vivas ni distribución espacial del sonido. Cuando hoy en día presencio lo que escuché en los ochentas caigo en cuenta de que tuve acceso a una proyección plana del fenómeno musical. Y aún así fue emocionante. Regreso entonces a los recuerdos e influencias para poder palpar el ondular de la música, su golpeteo contra el cuerpo. Se hace bailar la curiosidad y la nostalgia revelando la canción por primera vez.
🙂