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Relevo azul y oro
Mi padre solía llevarnos a mi hermano y a mí al estadio de CU cuando eramos niños. Nunca sentí un apego particular por los Pumas y pasó mucho tiempo antes de que llegara a estudiar en la Universidad, pero ir al estadio era una aventura íntima entre los tres, compartir el lenguaje y ritual meramente futbolero. Recuerdo de esos días sobre todo los golazos de Luis García, a Jorge Campos y las ingeniosas frases de la porra de los Pumas que intempestivamente rompían el bullicio del estadio luego de un silencio que aspiraba cualquier otro ruido. …
En medio de la algarabía, un niño en la calle, en medio de Madero, a la mitad de todos
La tarde había sido música y entusiasmo, más música que otra cosa. Salíamos del zócalo por Madero y seguía la música. Era de noche, muy noche. No se sentía frío si venías de buenas o si habías ido a la buena. Un niño no está de buenas cuando está a fuerzas, cuando toca el acordeón a huevo, cuando finge que no es esclavo y que sigue siendo niño.