Javier Armas

Polarización I

Se ha vuel­to muy difí­cil dia­lo­gar con el cono­ci­do que pien­sa dis­tin­to a uno. Me pasa que sien­to que no estoy deba­tien­do sus argu­men­tos. Los pen­sa­mien­tos, con­clu­sio­nes y pun­tos de par­ti­da de quien está enfren­te no pare­cen pro­pios, suyos. Pare­cen toma­dos de una iner­cia dis­cur­si­va que sien­te como pro­pia por la per­cep­ción que tie­ne de su cla­se o gru­po de per­te­nen­cia. Enton­ces es muy fácil reedi­tar una pan­to­mi­ma de esgri­ma bur­da y abu­rri­da en la que se toman pres­ta­das líneas narra­ti­vas de gru­po o de filia­ción que lo mis­mo mien­ten o dicen por decir sin rigor alguno.

Grupo Reforma y la violación de muertos ajenos

Abre la por­ta­da un con­teo de cuer­pos con­ta­gia­dos y falle­ci­dos por COVID: seres redu­ci­dos a meras can­ti­da­des. Una mujer equi­li­bra (mer­ca­do­ló­gi­ca­men­te) la por­ta­da car­ga­da de men­sa­jes que rema­tan a los muer­tos, con­tras­ta que el úni­co cuer­po con vida sólo deco­ra y ven­de. Como nota al cal­ce, la pro­me­sa de fotos (en la pági­na 5) del ciclis­ta atro­pe­lla­do por un camión ofi­cial sin guar­das de pro­tec­ción. Sie­te cuer­pos de quie­nes fue­ron estu­dian­tes yacen rotos y enca­pu­cha­dos (por razo­nes de pro­tes­ta o pan­de­mia). Sin embar­go, lo más tétri­co de la por­ta­da es su cabe­za prin­ci­pal: el sadis­mo psi­có­pa­ta diso­cia­do. No es humor negro sino un mero­li­co que ven­de la vio­la­ción de muer­tos aje­nos en una publi­ca­ción de Gru­po Refor­ma de México.

Se la pelaron (al Osito Bergas)

Car­tón de Mone­ro Hernández

Sue­le haber cier­ta com­pren­sión o empa­tía por aquél que vio­la una ley injus­ta o arbi­tra­ria. Dado que la exis­ten­cia de cual­quier nor­ma impli­ca que se han con­ce­di­do dere­chos par­ti­cu­la­res en aras de un bien común, cuan­do esa nego­cia­ción de dere­chos no es equi­ta­ti­va, o sus bene­fi­cios colec­ti­vos no son cla­ros, un acto de rebel­día pue­de des­en­mas­ca­rar­la. Al mis­mo tiem­po, si el acto de rebel­día resul­ta injus­ti­fi­ca­do, el rebel­de pue­de que­dar como un indi­vi­dua­lis­ta o un mez­quino. De esos, hay quie­nes se han acos­tum­bra­do tan­to a hacer su volun­tad que han per­di­do de vis­ta el acto de rebe­lión ori­gi­nal que los lle­vó a dejar de obser­var una nor­ma. En ellos, ya no hay refle­xión o reba­te, sólo la iner­cia de hacer su volun­tad, siem­pre y ante quien sea. Se con­vier­ten en algo más que volun­ta­rio­sos empe­der­ni­dos, en un Don Ver­gas hecho y dere­cho. Por­que si para el rey, su pala­bra es (la) ley, para Don Ver­gas pala­bra que todos se la pelan. Don Ver­gas pela dien­te cuan­do aña­de: ‘y con los dientes’.

Cuan­do el osi­to Bim­bo se apa­re­ció en las ser­vi­lle­tas Péta­lo (de Kim­berly-Clark), muchos (fie­les o no del pan) reco­no­cie­ron el mila­gro con expre­sio­nes y memes alre­de­dor de la idea de que el gobierno se la había pela­do (a Bim­bo, Ser­vit­je o equis). ¿Se impu­so el osi­to con un oso pírri­co al esti­lo José Alfre­do? ¿Es de ver­dad el gobierno quien se la pela a Don Bim­bo? El cari­ño de siem­pre es la comor­bi­li­dad de 84 millo­nes de mexi­ca­nos con sobrepeso.