Foto: Omar Vera
Una buena amiga preguntó: “¿Sólo importan los estudiantes muertos? ¿Y los indígenas muertos, las mujeres muertas, los niños desaparecidos y muertos también?” Pensando en ello imaginé lo siguiente:
Imagino a la población luchando a la deriva en medio de un inmenso y furioso río. Ese río es la cotidiana e inabarcable miseria, el abandono, la enajenación, el día a día, el atropello y el asesinato. Es tan grande y tan permanente su presencia que no hay de dónde asirse para respirar un momento, para hacer algo distinto de lo que se hace todos los días. El secuestro y probable asesinato de los estudiantes es algo que sobresale de ese torrente, una piedra donde los que aún tienen fuerza pueden asirse y agarrar a otros. Mucha gente no tenía idea (y no quería tener idea) de los miles de vidas destruídas y familias rotas en este país. Los 43 es la piedra que ha fracturado la ilusoria y mezquina burbuja que muchos tenían como realidad. Darle rostro a cada víctima, darle voz a cada madre y padre que llora a sus hijos y hermanos arrebatados, imaginar el cuerpecito calcinado de alguien que sólo fue a la guardería… sólo así se va percibiendo el hedor de nuestros crematorios y fosas, sólo así el dolor ajeno se va percibiendo como propio y nos mueve a hacer algo distinto, con otros, por otros.
Hola Javier!
Cómo has estado?
Bueno por mi parte he andado muy ocupada entre tanta responsabilidad y proyectos, es por eso que me di un break para ver qué había de nuevo en estos lares del blogging.
Creo que con el caso de los 43 hay demasiadas cosas que quedan en evidencia, empezando por la gran crisis social que se vive y nuestra corrupta realidad. Y no solo eso es lo peor, lo peor es el gran porcentaje que representa una sociedad indiferente a la desgracia ajena.
Como bien nos lo compartiste, aquí no solo son 43, son muchos más que día a día sufren y mueren como consecuencia de cosas tan tontas como un voto comprado por hambre o la ambición sin límite.
Creo que estamos en ese punto en el que las personas nos estamos poniendo en el lugar de todo aquel que ha perdido a un ser querido. En estos días, en mi FB veo a prácticamente todos mis contactos indignados con lo que está pasando, creo que si 43 desaparecidos no son los suficientes para despertarnos y cambiar, nada lo hará.
A mí como a otros, me duele mucho esta situación, debe ser horrible perder a un hijo, tanto que ni siquiera existe una palabra para eso. Estoy indignada, horrorizada y desesperanzada.
Solo nos queda pelear desde nuestra trinchera.