En la música está contenido algo más oscuro y más profundo que aquello que se puede transmitir con palabras. Que alguien de 7 años de edad pueda abrevar directamente de este torrente subterráneo y darle cuerpo a algo tan imponente y demoniaco es un milagro que merece compartirse. El juez al final le pregunta a Angelina (insisto, de 7 años) si sabe de qué trata la canción. Ella dice que sí, que trata de un domingo triste. Luego de un momento de silencio el juez la absuelve: ‘sí, y pude sentir esa tristeza’. Los intérpretes tienen esa suerte de vibrar sin contención. Basta mirar el acompasamiento con sus pies descalzos. Los intérpretes son la música cuando son habitados por ella: un milagro que los acaba calcinando.