Recurro a la escritura cuando me es completamente inaplazable. Pero solamente escribo en pequeñas dosis, cosas de corto aliento que no hagan que esté pensando en ello más tiempo de aquél que esté frente al papel o el monitor. Es como estar consciente del peso que tiene una droga o un vicio y recurrir a él sólo cuando la necesidad doblega. Escribo apenas lo suficiente para tener la adrenalina y energía necesarias para continuar, para estar en el momento. Luego, siempre, viene el olvido, el tedium vitae, la abulia, el olvido. El gran problema de este modelo es que los proyectos de cierta estatura requieren un aliento o esfuerzo mucho mayor, sostenido. Requieren labrarse o irse conquistando por centímetros. Yo escribo siempre en retirada, incendiando todo antes de que llegue el enemigo imaginario. Luego como en un sueño regreso a los territorios que hube destruido. Hay nuevamente vida, todo sigue creciendo, pero siempre de forma silvestre, caprichosa. Recurro a la escritura cuando me es completamente inaplazable. Pero solamente…