Cuando voy en bicicleta ocupo el carril de la derecha. Lo ocupo completo no solamente porque la ley lo permite sino porque es mucho más seguro. Ir pegado a los autos estacionados (carril-cochera en todas las vialidades) es un peligro probado: el golpe de una puerta de auto abriéndose despreocupadamente te puede aventar al flujo de autos. Ha pasado mucho y recientemente. Otra razón para ocupar carril completo es evitar que los autos te rebasen cuando no hay espacio adecuado. La experiencia internacional recomienda dejar 1.50 m. de distancia al rebasar a un ciclista. Muchos automovilistas desconocen dicha recomendación y no reparan en las razones para ella. Cuando un auto rebasa con poco espacio a un ciclista no solamente conlleva el riesgo de golpear su manubrio. La cercanía intempestiva con un auto puede llevar a un ciclista a desconcentrarse y caer. También al rebasar sin abrirse lo suficiente no se da el mensaje de la presencia de una bicicleta al auto que viene detrás de quien está rebasando: se encontrará de sorpresa con un ciclista, sin espacio para maniobrar.
Quería explicarle todo eso a quien dijo que me sentía de chicle por ir en medio de la calle, y que no tenía ninguna prioridad, que no tenía tiempo de escuchar nada.
Lo vi en mi espejo retrovisor, muy cerca de mi bicicleta. Le hice señas primero para que se alejara y luego para que me rebasara. Lo hizo pero con poco espacio, echándo lámina pues. Le hice la seña universal de ‘dame un momento’, que esperara. Lo hizo parar el semáforo y me acerqué a su auto. Salió de él como un resorte, embravecido, gritando e insultando. Le dije calmada y reiteradamente que me dejara explicar. No me dejó. Estaba furioso y enajenado. La dinámica se repitió varias veces. Al final no puedo decir que se calmó, pero no siguió escalando su violencia, quizás porque no le di más elementos, finalmente sólo le quería explicar. Arrancó y se fue con un colofón de insultos.
Más allá de la enajenación y los motivos de este señor, me llamó poderosamente la atención la encarnación de esos prejuicios y lugares comunes que cada vez se repiten más. Me impactó cómo la reiteración, el desprecio previo y generalizado pueden llevar a la violencia. El prejuicio y desprecio a los demás predispone y puede traer consecuencias.
¡Excelente, Javier!
Muchas gracias Sandro. Me da mucho gusto que hayas venido a leer. 🙂
gracias por compartir tus experiencias en las que muhxs nos vemos reflejados, el auto histeriza, mientras la bici relaja es covivir en un mismo espacio con personas que están en una dinamica contraria, están sentados sin actividad física y con necesidad de tenerla su energía se vuelve furia, saludos
Me leí en esta publicación, yo siempre intento explicar pero por alguna razón, lo importante es pelear y no escuchar.
Es que nos pasa a todos los ciclistas. He tenido buena suerte con el diálogo pero lamentablemente no son pocos los cerrados psicópatas. Gracias por leer y comentar.
Muy interesante reflexión. Trato de tomar el carril completo al pedalear, pero a veces me cuesta hacer mía la calle y los carros me imponen (bueno, los carros y microbuses).
Al menos procuro dejar el metro y medio de distancia de los carros estacionados.
Saludos!
Gracias, Claudia. Vaya que cuesta tomar el carril completo, sobre todo cuando conocer el reglamento parece ser opcional para manejar un auto en esta ciudad. Y sí, la zona de puertas es una ruleta, mejor de lejos. ¡Saludos!