Los 43, la piedra que fractura la burbuja

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Foto: Omar Vera

Una bue­na ami­ga pre­gun­tó: “¿Sólo impor­tan los estu­dian­tes muer­tos? ¿Y los indí­ge­nas muer­tos, las muje­res muer­tas, los niños des­apa­re­ci­dos y muer­tos tam­bién?” Pen­san­do en ello ima­gi­né lo siguiente:

Ima­gino a la pobla­ción luchan­do a la deri­va en medio de un inmen­so y furio­so río. Ese río es la coti­dia­na e inabar­ca­ble mise­ria, el aban­dono, la ena­je­na­ción, el día a día, el atro­pe­llo y el ase­si­na­to. Es tan gran­de y tan per­ma­nen­te su pre­sen­cia que no hay de dón­de asir­se para res­pi­rar un momen­to, para hacer algo dis­tin­to de lo que se hace todos los días. El secues­tro y pro­ba­ble ase­si­na­to de los estu­dian­tes es algo que sobre­sa­le de ese torren­te, una pie­dra don­de los que aún tie­nen fuer­za pue­den asir­se y aga­rrar a otros. Mucha gen­te no tenía idea (y no que­ría tener idea) de los miles de vidas des­truí­das y fami­lias rotas en este país. Los 43 es la pie­dra que ha frac­tu­ra­do la ilu­so­ria y mez­qui­na bur­bu­ja que muchos tenían como reali­dad. Dar­le ros­tro a cada víc­ti­ma, dar­le voz a cada madre y padre que llo­ra a sus hijos y her­ma­nos arre­ba­ta­dos, ima­gi­nar el cuer­pe­ci­to cal­ci­na­do de alguien que sólo fue a la guar­de­ría… sólo así se va per­ci­bien­do el hedor de nues­tros cre­ma­to­rios y fosas, sólo así el dolor ajeno se va per­ci­bien­do como pro­pio y nos mue­ve a hacer algo dis­tin­to, con otros, por otros.

¿Dónde vamos a poner el énfasis?

La pri­me­ra reac­ción públi­ca de Fer­nan­do Belaun­za­rán (dipu­tado del PRD) lue­go de ente­rar­se del secues­tro de los jóve­nes aspi­ran­tes a maes­tros fue de júbi­lo pues sin­tió que cam­bia­ba la ali­nea­ción elec­to­ral; empla­zó a López Obra­dor a apo­yar­los en coa­li­ción y seña­ló que de no hacer­lo esta­ría jugan­do a favor del PRI. Una ilus­tra­ción ape­nas de lo que sig­ni­fi­ca mirar las cosas con ojos elec­to­ra­les sola­men­te: se per­ci­be la ‘opor­tu­ni­dad’ y la coyun­tu­ra antes que el dolor de las fami­lias que sólo han vivi­do zozo­bra des­de el secues­tro de sus hijos.

Des­de aquél día han habi­do cien­tos de mani­fes­ta­cio­nes en todo el mun­do por el secues­tro y pro­ba­ble ase­si­na­to de esos jóve­nes; por­que sus ros­tros y ausen­cia le dan ros­tro a todos aque­llos que han sido sepul­ta­dos a des­ta­jo en medio de la noche, en lo alto de la sie­rra o el desierto.

Yo, Amanda Mijangos, quiero saber dónde está Jorge Luis González Parra
Yo, Aman­da Mijan­gos, quie­ro saber dón­de está Jor­ge Luis Gon­zá­lez Parra (http://ilustradoresconayotzinapa.tumblr.com/)

¿Dón­de vamos a poner el énfa­sis? ¿Hacia dón­de apun­ta nues­tra rabia? ¿De ver­dad nues­tro papel como socie­dad se redu­ce a reac­cio­nar al son y tema de quie­nes lucran con la muerte?

Veladoras en vaso de mezcal

Para el devo­to prác­ti­co, para quien ora aho­rran­do, para el devo­to del maguey: ten­ga San Pas­cual su vela­do­ra, nomás se aca­be la para­fi­na lle­na­mos el vasi­to y se lo empina.

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Miguel Layún, las Chivas y la villamelonía

Miguel Layún ano­tó 4 goles en un par­ti­do. No hace mucho la villa­me­lo­nía afi­cio­na­da en su equi­po lo hacía llo­rar cada sema­na y casi lo con­ven­cen de ser un tron­co apes­ta­do de mala suer­te. Feliz­men­te para el Amé­ri­ca y para Layún la villa­me­lo­nía no impu­so su opi­nión. Miguel y su equi­po están escri­bien­do his­to­rias que sus afi­cio­na­dos recor­da­rán con nos­tal­gia en años siguien­tes. Con el Gua­da­la­ja­ra pasa lo con­tra­rio. Su afi­ción impla­ca­ble dejó de apo­yar a su equi­po, y aho­ra lo mira hun­dir­se. La afi­ción de las Chi­vas en Gua­da­la­ja­ra es cóm­pli­ce del villa­me­lón que com­pró el equi­po: jun­tos han reven­ta­do a muchos fut­bo­lis­tas jóve­nes y entre­na­do­res, jun­tos miran oron­dos el abis­mo, la gra­da vacía y los ojos hue­cos del de al lado.

Miguel Layún